Castidad y sexualidad en el noviazgo
Descubre la importancia de vivir un noviazgo casto para formar relaciones fuertes y duraderas.
Cuando hablamos de noviazgo cristiano, surge una pregunta frecuente: ¿por qué la Iglesia invita a vivir la castidad? Por lo que, primero trataremos de entender qué significa este concepto.
¿Qué significa la castidad?
La castidad no solo es abstenerse del acto sexual; pues implica integrar la sexualidad con respeto y dignidad, especialmente durante el noviazgo. Dios, desde el Génesis (Gn 2,17), nos advierte que ciertos actos pueden llegar a dañar nuestro espíritu y corazón.
El sexto mandamiento es claro: «No fornicarás», es decir, evitar las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Esta indicación se nos da no porque Dios rechace el placer, sino porque busca proteger nuestro corazón y también nuestras relaciones.
Noviazgo y sexualidad: ¿Por qué esperar?
Las relaciones prematrimoniales pueden parecer atractivas, pero suelen traer consecuencias profundas, especialmente para las mujeres:
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Las mujeres suelen vivir las relaciones sexuales con mayor entrega emocional.
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Una relación íntima sin compromiso puede dejar sentimientos de vacío, tristeza y remordimiento a ambas partes.
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Los hombres tienden a vivirlo más superficialmente, lo cual puede generar incomprensión y daño emocional en la mujer.
Consecuencias del sexo antes del matrimonio
Vivir la sexualidad de manera anticipada y fuera del matrimonio puede generar algunas heridas o dolores, aquí te contamos 3 que son más comunes:
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Relaciones basadas en atracción física y no en el conocimiento del corazón.
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Matrimonios débiles, sostenidos únicamente por el sexo, que no resisten las dificultades del tiempo.
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Mayor probabilidad de fracaso matrimonial; de hecho, alrededor del 70% de matrimonios en proceso de nulidad tuvieron relaciones prematrimoniales.
¿Por qué vivir un noviazgo en castidad?
La castidad fortalece el noviazgo cristiano porque:
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Permite conocer verdaderamente el corazón del otro, más allá del deseo físico.
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Ayuda a construir relaciones sólidas, profundas y duraderas.
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Protege emocional y espiritualmente a ambos novios.
Por estas razones, la Iglesia nos invita a confiar en la sabiduría de Dios, pues como lo explica San Pablo: «Todo me está permitido, pero no todo me conviene» (1 Co 10,23). Asi que la castidad en el noviazgo no limita nuestra felicidad, al contrario, la asegura y protege.
Recuerda que el verdadero amor es renuncia, compromiso y entrega profunda, virtudes fundamentales para construir una relación sólida, amorosa y verdaderamente feliz.
¡Que tengas un bendecido día en compañía de Jesús y María!
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